Una tarde de verano
en una biblioteca de ciudad
en una biblioteca de ciudad
encuentro una carretera hacia el infinito
con destino
a un lugar llamado esperanza.
a un lugar llamado esperanza.
Nunca pensé que el fresco de una biblioteca
sería el mejor refugio
para mi libertad.
Y a juzgar por el placer
de mi piel y la claridad de mi pecho
este momento pareciera
eterno.
Al fresquito del amor
en la literatura.
De ahí este pensapoamiento.
De puro agradecimiento.
Por las bibliotecas ma-to
con miel y verso.
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